Perdón si no soy lo que esperan, si soy un desastre, si me olvido de las cosas. Perdón si no se me ocurrió dejar una nota, perdón si no llamé para avisar, perdón si era importante. Perdón si no puedo ser femenina y dejar mi cuarto ordenado, si no dejo de ir a los recitales los sábados a la noche y si me olvidé el piano abierto y las partituras debajo de la cama. Perdón si no doblé la ropa, si le puse demsiada sal al puré y si se me pasó el arroz. Perdón si no me acordé temprano de ir a bañarme, si no me acuerdo de donde dejé los papeles y si perdí una de las medias del par. Perdón si no puedo ser la hija de la que quieren estar orgullosos, porque nunca quiero tocar enfrente de nadie y perdón si no sirvo para ordenar la ropa recién planchada. Perdón si me olvido los libros abiertos sobre la cama y un vaso en el escritorio, perdón si me quede dormida con la ropa puesta. Y perdón porque entre tanto grito de que soy un desastre y una decepción, no pude avisarles que me siento mal y necesito ir al hospital.
Mañana voy sola.
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