
El otro día estaba hablando con Nacho sobre la música en la radio y le comenté mis hábitos respecto a ellas, que le resultaron un poco... curiosos.
Cuando escucho la radio en el auto, solemos poner esas radios de moda o simplemente tango, que es donde mi papá (el que suele llevarme en el auto, hasta que tenga mi registro) y yo coincidimos, musicalmente hablando. Pero estando sola, tanto en casa como en los viajes en colectivo, si escucho la radio pongo música clásica o tango. En cambio, si me quiero dormir, pongo esas radios de música moderna, rock, pop o clásicos (la Aspen, Blue, esas).
Creo que todo se debe a la música que impregnó mi vida desde antes de que tuviera memoria: aprendí a escribir en un pentagrama el acorde de Do mayor antes que a escribir mi nombre (sí, literalmente). Crecí escuchando música, entré a un conservatorio de orientación puramente clásica cuando tenía 11 años; lo que hace que haya pasado mi adolescencia escuchando esta música, pero aprendiendo a escucharla atentamente. No puedo dejarla ser simplemente música de fondo.
Me encantan las óperas y los ballets, y cuando "veo" videos de esta música, me limito a mirar al director. Pero la música clásica se escucha con los ojos cerrados, para verla mejor. Sólo así puedo concentrarme en la historia, en lo que significa, en lo que quiere decir. Es casi mágico, despierta sensaciones que ninguna otra música despierta en mí. Y eso es parte de mí como intérprete, cada vez que toco el piano busco transmitir una historia que para hablar y expresarse no necesita palabras.
En cuanto al tango, eso es parte de mi herencia familiar, y parte nuevamente es culpa del conservatorio. Crecí escuchando a la vieja escuela, a D'Arienzo y a Canaro, la Cumparsita, el Taquito militar y Canaro en París. Pero con el conservatorio y mis primeras materias de contacto con otros estilos de música, llegó el otro tango a mi vida. Todo un mundo nuevo de voces y sensaciones que mis compañeros, mayores que yo, ya habían descubierto y que ponían ante mí. Ahí me estaban esperando Piazzolla, Gardel y Le pera, la voz de Tita Merello. Reencontré un mundo que tenía raíces en mí y que esperaba ser regado. ¿Cómo explicar la pasión encerrada en la voz que dice 'Canta garganta con arena, tu voz tiene la pena que Malena no cantó', la suave invitación de "Juncal 348 segundo piso ascensor...", la dulzura en "Era más blanda que el agua, que el agua blanda.."? Son historias que encierran los sentimientos más profundos en una voz que hace más que hablar.
La gente me mira raro cuando mencionó lo mucho que me gustan el tango y la música clásico, y entonces yo sólo pienso que no tienen ni idea de lo que se están perdiendo. En el fondo, me pregunto si alguna vez conocerán la verdadera pasión de la música.
4 comentarios:
odio cuando se da la siguiente asociación:
yo: sí, me gusta el tango.
otro: ah, entonces sos melancólico...
yo también, y la asociación "es música para viejos" la detesto más
"y entonces yo sólo pienso que no tienen ni idea de lo que se están perdiendo"
Me pasa lo mismo. Desde que aprendí (un poco de) música, la escucho, la siento de otra manera. Me pregunto si las demás personas perciben las segundas y terceras voces (me sorprendí de encontrar gente que no), los momentos de tensión, la melodía del bajo, etc. (perdón, no se mucho... pero sí me gustaría saber mucho más).
Y no te creas "rara" porque te gusta el tango y la música clásica. Es sólo que no es lo usual, pero a muchas personas le gusta.
Por otro lado, mis viejos escuchaban tango y The Beatles cuando yo era chico, además de otras canciones. Y al encontrarlas de chico me gustaron de inmediato. Y conozco otras personas a las que las cosas de la infancia les gusta de adultos/adolescentes (no sólo en cuanto a música, sino a programas de televisión, por ejemplo). Así que quizás no se deba tanto a la música, sino, sí, a ese sentimiento de nostalgia que nos recuerda cuando eramos chicos.
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