Cuando él me besa tiembla cada célula de mi cuerpo. Adoro la forma en que muerde suavemente mis labios, en que juguetea con su lengua, la reacción cuando me alejo. Amo sentir su respiración agitada, sus manos en mis caderas, en mi cintura, en mis mejillas. Amo como se siente su pelo cuando enredo mi mano en el. Y me encanta la pasión con la que se entrelazan nuestras manos, la suavidad con la que me besa el cuello y me susurra al oído. Me estremezco de placer cuando araña mi espalda, cuando me acerca hacia él. Me encanta su sonrisa cuando me mira después de besarme. ¿Y saben qué? No puedo ni quiero dejar de besarlo. Mi cuerpo tiene una adicción a esos besos que me llevan a otro mundo. Esos besos que me hacen sonreír, que me pintan de colores la cara, que me sacan la ropa y me llenan de cosquillas.
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