Era una noche media, ni muy clara ni muy oscura. Despejada, ni una nube en el cielo aunque las estrellas tampoco brillaban como diamantes (como hacen en las noches calurosas de verano). Un semicírculo perfecto y blanco oficiaba de luna, casi invitándome a medir el lado recto y hacer la cuentita mental de π(d/2)²/2, a imaginármela como media esfera en el espacio y a decidir si el área sería una integral de tipo 1 o 2.
No iluminaba mucho, pero no nos importaba porque con tanta luz en la ciudad no se notaba. Caminábamos reflexionando sobre el número de oro y la proporción divina, y de fondo se escuchaban los Guns'n'Roses. Recuerdo que perdí mi Tabla de Derivadas e Integrales (la mía es mejor) y cómo la extraño.
Ahora soy yo la que camina, por callecitas empedradas iluminadas por los faroles de la calle, desiertas, en una noche primaveral. Pienso en el libro que estoy a punto de terminar, y en bailar y cantar con los auriculares puestos. Éramos tan felices.
(entonces me despierto)
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