I need some air

La foto la sacó mi amigo Santi

Tengo problemas con las conclusiones

No sé si se nota, pero últimamente tengo bastante para decir aunque ningún lugar para llegar. Hay quien dice que "no hables si no tenés nada para decir", y mi problema es justamente eso: tengo para decir, pero no sé a qué quiero llegar.

A veces es difícil explicarlo

-¿Cómo pudiste dejar el piano así por las buenas? -le preguntó con titubeo Sumire-. Si no te apetece hablar de ello, no lo hagas. Es que me parece, no sé cómo decirlo, algo extraño. Hasta entonces habías sacrificado muchas cosas para ser pianista, ¿no es eso?
Myû dijo en voz baja:
-No es que hubiera sacrificado muchas cosas por el piano. Lo había sacrificado todo. Todas y cada una de las cosas consustanciales al crecimiento. El piano me había exigida que le ofreciera cada gota de mi sangre, cada pedazo de mi carne, y yo jamás le había dicho que no. Ni una sola vez.

Haruki Murakami, en Sputnik, mi amor

A todos nos puede pasar

Mis hormonas se están revelando y me salió granito abajo, a la izquierda de la nariz. No puedo parar de tocarlo, es más fuerte que yo.

Numbers are so fucking awesome

A veces me preguntan por qué me gustan tanto los números y la matemática. Este es uno de los motivos:



El autor es Cristóbal Vila
(Si lo ponés en fullscreen es mejor, está en HD)

Sometimes you HAVE to grow up

Hoy le regalé mi preciada Palm a mi papá. Ese aparatito era parte de mi vida: tenía toda mi agenda, mis cosas por hacer, juegos, el reloj (una vez me olvidé el celular y la palm fue mi único entretenimiento durante toda esa mañana). Tenía fotos de mis amigos y de mi gata y hasta pequeñas anotaciones hechas cuando no tenía papel y lápiz a mano para escribir.

Desde que tengo la Blackberry estaba totalmente abandonada y lo acepto. ¿Cómo competir contra otro aparato, un poco más chico pero con mejor resolución en la pantalla, que no sólo hace lo mismo sino que además lo sincroniza con mi cuenta en Google? (Y además, es teléfono y me llegan mi mails). A no confundir: amo mi teléfono. No tendrá los juegos mas divertidos, pero tengo mi agenda sincronizada con Google Calendar, Gtalk, mails, un sudoku, notas, to-dos. Sin embargo, me siento triste cuando pienso en el abandono de mi pequeña computadora de mano.



Hace un tiempito decidí que lo mejor era legársela a mi padre: un poco de tecnología, pero no tanta para que no se asuste, es fácil de manejar y está en español. Seguramente él le daría un mejor uso que yo. Crecí: pasé a tener un señor smartphone para estar siempre conectada con el trabajo, amigos y familia. Me duele dejar a mi pequeña, pero sé que es lo mejor. Igual, después leí este artículo mientras buscaba la foto para meter en este post y me dieron ganas de arrancarle la Palm de las manos.

Bookworm

Desde muy chica soy lo que se denomina bookworm, una ávida lectora y amante de los libros. Durante la primaria fui a un colegio en el cual la biblioteca era una suerte de centro social, lo cual me llevó a pasar muchas horas dentro de la misma y a hacerme amiga de la bibliotecaria. Entonces una pulguita de unos 8, dando vueltas por ese pequeño ático atiborrado de libros, descubría a Sherlock Holmes y Agatha Christie. Después fueron Gabriel García Márquez con su realismo mágico, los poermas de Benedetti, la ciencia ficción de Ray Bradbury. Cuentos de Elsa Bonnerman, novelitas rosas y best sellers, Sor Juana Inés de la Cruz y hombres necios que acusais. No desperdiciaba nada de lo que caía en mis manos.

Cuando me cambié de colegio pasé a uno que no tenía una biblioteca que hiciera que a la gente le gustara pasar su tiempo ahí - por lo tanto no iba tan seguido (además, la bibliotecaria me daba un poquito de miedo). Con el correr de los años me fui amigando, pero ya no fue lo mismo. La biblioteca ya no era un pequeño ático sino una sala con una larga mesa de lectura y todos los libros perfectamente ordenados en grandes estanterías con puertas de madera y vidrio, y encima no tenía ni un solo libro de Agatha Christie!

Hace unos años - después de un par de affaires con los e-books - redescubrí los libros. Volví a mi primer amor: a las librerías grandes llenas de libros con olor a viejo, a caminar por las ferias del parque en busca del algún libro que me tiente. Volví a leer todo el tiempo, especialmente en los recreos de la facultad, en el subte y en el colectivo. Devoro los libros, uno tras otro, y mi biblioteca crece a un ritmo alarmente. Hace unos meses, mis padres me regalaron una biblioteca nueva porque los libros estaban empezando a apilarse de una manera que desafiaba a la física y amenazaba con caerse sobre mí en cualquier momento. Y junto con la nueva biblioteca, decidí darle uso a mi cuenta en Shelfari (y ya que estaba, también a la de Goodreads y a la de Readernaut), ponerme media pila y ponerme a organizar digitalmente los libros de mi colección.

Llevar un registro de mis libros me evita comprar libros duplicados (sí, aunque no lo crean me pasó de comprar un libro que ya tenía..... dos veces me pasó!), llevo un registro de lo que leo, lo que tego, lo que quiero leer y además me entero de cosas interesantes sobre lo que leo :)
Últimamente pongo mucho esfuerzo en los libros que busco, y en aportar cuidadosamente información sobre mis libros: edición, ISBN, tapas, algún review.

Intento llevar esta (no sé si tan) sana adicción a los libros a la gente que me rodea, pero muchas veces no puedo engancharlos y eso me frustra un poco. No sé si es por la temática de los libros o porque a las personas simplemente no les interesa leer. (Igual, me sirve de consuelo ver cada vez más libros en el subte, aunque sea una copia de El combustible espiritual 2)

Motivo #2 por el cual no dejo que la gente me escuche tocar el piano

Alguna vez casi escribo al respecto, pero terminé por enfocarme en otra cosa. En vez de hablar de ese secreto que oculto celosamente de los oídos del mundo, preferí hablar de esa relación enfermiza que me une al piano. Leyendo a Murakami encuentro en sus palabras lo que más de una vez quise expresar sobre esa relación, y al releer sus frases mi mente empieza a buscar las respuestas que necesito. Es sobre estas respuestas que hoy tengo ganas de escribir.



Más de una vez me preguntaron por qué dejé de tocar en conciertos y por qué me niego a tocar en serio frente a otras personas (fuera de mi familia y mis profesoras, claro). Entre las frases de Murakami y mis recuerdos me dieron una respuesta muy clara: porque no soy capaz de transmitir nada. Puede sonar trivial, pero no lo es. La técnica la puede tener cualquiera, se adquiere simplemente con práctica constante, en especial para alguien que aprendió a escribir el acorde de do mayor antes de poder escribir su nombre; pero la interpretación, revivir la pieza y convertirla en algo vivo... eso no lo hace cualquiera. Eso no adquiere sólo con la práctica. Eso es innato, es natural, es algo que te quema por dentro.

Una de mis profesoras me ha escuchado tocar desde que era un pequeño retoño, cuando me preparó para un examen hace unos años me dio la clave: tengo todo el potencial, pero por algún motivo no lo exploto. Toda esa música, toda esa capacidad interpretativa, toda esa musicalidad está dentro mío pero hay algo, algo que todavía no puedo explicar, que me impide expresarlo. El año pasado mi otra profesora también me lo dijo: estoy tocando fría y maquinalmente; toco lo que está escrito, pero nada más. Una vez casi me reprueban en un examen por esto, a pesar de que no tuve ni un sólo error.

El piano absorbe mucho de mí. Hubo una época en la que al terminar de tocar mi sonata quedaba destruida, agotada, sudando; como si hubiera llegado al fin de la maratón más importante de mi vida. Pero mi gran defecto era lo peor: aunque hubiera dado todo mí, poniendo todo mi sentimiento, mi emoción, tocando hasta el éxtasis y las lágrimas, para la gente era sólo una sonata más - y ni siquiera una muy emotiva. Por eso no dejo que la gente me escuche: el piano es un agujero negro que absorbe todo de mí, pero no lo deja salir hacia afuera. O tal vez soy yo, que pongo esta barrera invisible que no deja que el resto vea lo que realmente soy, pero a través del sonido.

Sobre el talento y la interpretación al piano, o uno de los motivos por los cuales no dejo que la gente me escuche

Cuando llevaba un año en Francia, descubrí algo extraño. Descubrí que personas cuya técnica era inferior a la mía, que se esforzaban menos, eran más capaces que yo de emocionar a la audiencia. En los concursos siempre me ganaban en la última fase. Al principio pensaba que había algún error. Pero se repitió lo mismo cientos de veces. Eso a mí me irritaba, me enfurecía. ¡No es justo!, pensaba. Pero, poco a poco, incluso yo fui viéndolo. Que me faltaba algo. No sé muy bien qué, pero algo importante. Tal vez la profundidad necesaria, como persona, para producir una música capaz de emocionar a otros. Mientras estuve en Japón no me daba cuenta. Allí, yo siempre había sido la mejor y tampoco tenía tiempo para hacerme preguntas sobre mis interpretaciones musicales. Pero en París estaba rodeada de personas con talento y yo, al final, incluso acabé comprendiéndolo. De una manera diáfana, igual que el sol asciende en el cielo y despeja la niebla.

Haruki Murakami en Sputnik, mi amor


(a mí me pasa algo muy parecido)

Con los pies sobre la tierra

Creo que todo empezó hace unos años. A los 12 años era la persona más cursi que podías encontrar sobre la tierra: todos los días le escribía cartas a mi noviecito para recordarle que lo amaba. Al mes me dejó, claro. Si me pongo a pensar, me parece que la culpa la tienen el exceso de novelas y de libros de poemas que leía por aquella época. En otros noviazgos volví a pecar de exceso de miel en las palabras, pero fui víctima yo también. Y en un intento de relación que siguió me embadurnaron de miel hasta el asco y me prometí a mí misma mantener los pies en la tierra.

La vida, si bien es increíble, no es la novela que siempre tiene final feliz, y a fin de cuentas ni siquiera soy mayor de edad todavía. Muchas personas pueden pasar todavía por mi vida para cambiarla y no tiene sentido prometerle amor eterno a un tierno amor adolescente. Aprendí a no soñar imposibles mientras de amor se trata y a no hacer promesas que no pueda cumplir.

Supongo que, un poco por extensión, no soy cursi. Y en consecuencia, me molesta lo cursi en los demás; o tal vez no lo cursi en sí, sino el exceso. Últimamente mi cuenta en Facebook fue bombardeada de excesos de miel. Parejitas que sin conocerse se aman, cartas de amor kilométricas en los walls - y como ambos son amigos míos, aparece en mi News Feed - y la mayor densidad por metro cuadrado de te-amos y corazoncitos que hayan visto en sus vidas. Y como este es mi blog, mi reino, aprovecho para decir

ME ASQUEARON, MANGA DE CURSIS!

Post parcial

Pongo el último igual, guardo mis cosas y me levanto. Entrego el prolijo examen (prolijo porque lo pasé en limpio, claramente) a mi profesor. Me siento en un banquito del pasillo, abro un chicle de frutos rojos y comienzo a masticarlo mecánicamente mientras con un espejito chequeo el estado de mi nuevo peinado. Cruzo y descruzo las piernas, escribo, examino mis nuevas adquisiciones mientras espero.

No escucho música porque en cualquier momento puede salir el profesor y llamarme para dar el veredicto. Repaso un poco mentalmente: función potencial, ecuaciones diferenciales, el volumen de un cuerpo en el espacio. Volumen o masa? Se integraban igual. Miro, espero, me aburro, me distraigo. Hoy me olvidé el celular y no uso reloj, por lo que no tengo idea de la hora.

Se me acerca una compañera con la nunca había cruzado palabra y me pregunta si el profesor ya empezó a repartir los exámenes, le respondo que no y se aleja por donde vino. Ya no sé que hacer y entonces el profesor sale con esa misma actitud extraña que siempre tiene y me anuncia que acabo de perder un verano de mi vida.

Mañanita de sol

Ayer no tuve especialmente un buen día, pero hoy por la mañana salí y había un solcito que - junto con la temperatura - me invitaban a estar de buen humor. Entonces en mi iPod puse el mixtape (o mixmp3? Me gustan los mixtapes) que saqué del blog del Capitán Intriga y se convirtió en una mañana perfecta.

El mixtape se llama Rocking mornings y el tracklist es este:
01 - Irene - Simple Chords (Intro)
02 - Irene - Stardust
03 - Pixies - Here comes your man
04 - Zooey Deschanel - Sugar Town
05 - Spoon - Well Alright
06 - Black Lips - Bad Kids
07 - Eels - Saturday Morning
08 - Weezer - The Good Life
09 - Sondre Lerche - Say It All
10 - Bright Eyes - Another Travelin' Song
11 - Jens Lekman - Friday Night At The Drive-In Bingo
12 - The Concretes - You can't hurry love
13 - The Strokes - I Can't Win
Lo pueden escuchar online o bajarlo y salir a ser felices bajo el los últimos soles de verano.
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