Yo no suelo prometer cosas. Y menos que menos jurar, es algo que no me gusta, que no me sale del alma. Es algo forzado y poco real, como una sonrisa fingida o una súplica de última instancia, es el manotazo de ahogado para un creeme.
No prometas, y menos a futuros lejanos. No prometas que me vas a querer siempre, porque ni siquiera podés tener la certeza de que mañana me vas a seguir queriendo. No ates nudos en hilo de seda, que se aflojan, se estiran y cuando quieras darte cuenta ya no está más. En serio, hay pocas cosas más feas que ver partirse el corazón de alguien a quien no pudiste cumplirle una promesa. Pero peor es saber que cada que fallás, cada vez que no cumplís una promesa, esa otra persona va perdiendo un poquito de confianza en vos, hasta que ya no queda nada. Y entonces es un poco como Juanito y el lobo, cómo pretendés que esta vez te crea si ya me demostraste que no puedo confiar?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentarios:
viene aspero el tema..
Publicar un comentario