Cuando llevaba un año en Francia, descubrí algo extraño. Descubrí que personas cuya técnica era inferior a la mía, que se esforzaban menos, eran más capaces que yo de emocionar a la audiencia. En los concursos siempre me ganaban en la última fase. Al principio pensaba que había algún error. Pero se repitió lo mismo cientos de veces. Eso a mí me irritaba, me enfurecía. ¡No es justo!, pensaba. Pero, poco a poco, incluso yo fui viéndolo. Que me faltaba algo. No sé muy bien qué, pero algo importante. Tal vez la profundidad necesaria, como persona, para producir una música capaz de emocionar a otros. Mientras estuve en Japón no me daba cuenta. Allí, yo siempre había sido la mejor y tampoco tenía tiempo para hacerme preguntas sobre mis interpretaciones musicales. Pero en París estaba rodeada de personas con talento y yo, al final, incluso acabé comprendiéndolo. De una manera diáfana, igual que el sol asciende en el cielo y despeja la niebla.
Haruki Murakami en Sputnik, mi amor
(a mí me pasa algo muy parecido)
2 comentarios:
Justamente estoy leyendo Tokio Blues de ese autor...
Despues te digo si me gusto! :)
Todo lo qe sea "arte" es representado por el sentimiento de su autor en mi opinion. Es decir, no sirve de nada buscar ser un robot perfecto, es mejor no se...demostrar con "sonidos" lo qe uno siente.
De ahi qe por ejemplo las letras musicales mas famosas sean 3 palabras pelotudas mas qe 50 palabras profundas.
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